Francisco Martínez, en Bomoble

La galería Bomoble ofrece la muestra “A FLOTE” de Francisco Martínez (Paris, 1967), que actualmente reside en Coirós, es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y dedicado profesionalmente a la comunicación;  comprometido con la conservación del Medio Ambiente, ha conseguido canalizar este compromiso recogiendo los desechos  que el mar arroja a las playas de la ría de Betanzos y transformar en arte estos “objets trouvés” , una línea que fue iniciada por Kurt Schwitters con sus ensamblajes.


La exposición lleva el subtítulo “cetáceos y otras cosas hechas con cosas que la mar echa”, una explicación que aclara la estrecha relación que la materia utilizada tiene en la gestación del tema y en la configuración de las formas. Nos ofrece así variadas figuras que recuerdan peces, cachalotes, ballenas... y otras criaturas marinas en las que la forma visual transmite también evocaciones sinestésicas de tactilidades, roces y olores oceánicos, a la par que trae resonancias de naufragios, de fabulosos periplos y de mitos legendarios como el de Moby Dick. Este es, precisamente, el título de una escultura hecha con una envejecida tabla de castaño, de color grisáceo, que lleva en su superficie las marcas del tiempo.


Ha realizado su “Cachalote” con una tabla de más de cien años, a la que añadió por aleta caudal unas láminas de acero también recuperado. Con viejas maderas del casco de una embarcación que encontró a flote en la ría del Pedrido, a las que agregó hierros viejos, clavos y alambres, configuró su obra “Dos ballenas alargadas”. “Ballena tirando a azul” también está hecha con una larga astilla de teca encontrada flotando. La playa de Miño le ha suministrado el material para su “Barco de madera”, una rústica lancha con casco rojizo y cabina blanca que trae reminiscencias de nuestras embarcaciones de pesca. Para su cuadro en relieve “Galerna” se ha servido de un abultado trozo de pino de barca encontrada en Ponte do Porco, a la que añadió tres blancas velas. Con cemento blanco en el que incrustó hierros y clavos oxidados, realizó “El pez del otro día”.” La gran ola de Kanawaga” es un cuadro con fondo de aguas gris claro, sobre el que descuella un trozo de madera con forma de enorme ola azul que se abre como una gran  boca para tragar a un frágil velero. “Faro largo”,” Puerto en caja de pino”, “Caja de madera honda”, “Puerto encajonado”, “Casita “ y “El otoño llega al muelle” son otras tantas encantadoras visiones, en versión un tanto naif, de los pueblecitos de orilla-mar, que podemos leer como un canto emocionado a este mundo tan nuestro y tan singular de la Galicia bañada por el Atlántico.


Aparejos, nasas, peces, barcos, olas, aguas, casas, muelles, puertos... componen otros tantos evocadores relatos metonímicos sobre esa realidad nuestra que flota en las liminales dimensiones de nuestro imaginario y del que trae ecos inconfundibles cualquier resto marino (en gallego llamado creba), al que este apasionado coleccionador ha sabido extraerle una diversidad de abiertas configuraciones de poéticas resonancias.

Francisco Martínez, en Bomoble

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